Cada mañana una aventura, cada mañana una salida segura
con un retorno dudoso.
El destino le advirtió que ser muy confiado
un día menos esperado podría perder
la posibilidad de seguir vivo.
Era las 03:00 am de un miércoles de agosto
donde el viento soplaba desde muy temprano.
El clima se sabía que sería agradable aquel día,
la chica de la emisora lo había pronosticado
y llevar una ropa cómoda no pudo faltar.
Agarro, su maletín, su botella de refresco, algo de dinero
y le pidió la bendición a su madre.
Persignado por su madre,
y con un abrazo fuerte salió contento de su hogar.
Subir a su camión y sintonizar una buena música
era todo lo que necesitaba para iniciar su viaje.
Uno, dos, diez, veinte y cien kilómetros
fueron recorridos con gran velocidad.
Paso el tiempo sigiloso, acompañado de la entonación
de sus canciones favoritas.
Silbaba, golpeaba el volante con sus manos
mientras la batería sonaba fuerte en sus canciones.
Había sacado ese artista que llevaba por dentro.
Siempre guardaba el decir que el camino
aunque largo se volvía corto con una buena música.
Al no tener acompañante la buena música no le podía faltar
de ida y de regreso.
Viajar de este modo la última vez le dejo algo pensativo,
estuvo a punto de perder su mercadería
por la intervención de 2 ladrones.
Él había contado con un poco de suerte,
movido por la adrenalina del momento
decidió tomar la llave de su camión
y arrojarla entre los sembríos de banano.
Los pillos frustrados por la decisión de André
le proporcionaron algunos golpes
que le llevo una semana recuperarse.
En el camino que surcaba estaba próximo a llegar
al lugar de aquel incidente.
Por más que quería esquivar este pensamiento,
su mente pudo hacer que él recordara su intento de asalto.
¡Dios mío!, guíame y protege,
había mencionado en cuanto ingreso a esta ruta
que para muchos era catalogada como el paso de la muerte.
Muchos entraban y no salían.
Estaba cerca de salir de este sitio de los sembríos de banano,
pero antes de terminar de recorrer los 20 metros de esta ruta
un desconocido se paró en frente.
Aquel hecho lo obligó a frenar de inmediato.
Segundos más tarde, entendió que lo que tanto temía
estaba por suceder, el robo aquella vez era inevitable
eran 5 las personas que se habían organizado para robarle a André.
Al ver esa multitud de personas,
él trató de aceptar su cruda realidad,
aunque todo estaba mal.
Estaba a punto de perder su dignidad al implorar por su vida.
Dejo de hablar, bajo del camión con ganas de volverse loco
por todo lo que estaba por perder.
Quería deshacerse de todos los ladrones,
lanzo cuantos golpes pudo, no pensó antes de actuar.
Todo estaba mal, eso era evidente.
Después de su intento fallido al pelear con los ladrones,
el jefe de estos sujetó a André de sus cabellos
obligándolo a colocarse de rodilla frente a él.
Era una situación en la que ni llorar era bueno.
La historia se repetía, pues estos pillos eran los mismos
de su asalto anterior.
El jefe de la banda al recordar
la mala jugaba que había hecho,
tenía en mente proporcionarle al menos 5 balazos
y terminar con su vida.
Sin embargo, colocar el revolver sobre la frente de André
y aplastar el gatillo no funcionó.
De alguna manera el universo aún tenía más días escritos
en la vida de André,
tanto así que por más que cerrara los ojos
y esperará su ejecución no tuvo efecto.
El revolver fue disparado una y otra vez,
pero no salió ninguna bala.
La frustración del jefe de los vándalos
era tan fuerte que al no cumplir su meta,
le proporciono a André un buen golpe en la cabeza
dejándolo sin conocimiento.
No conformes con robarle el camión
y dejarlo botado en las bananeras,
los ladrones lo dejaron malherido al golpearlo demasiado.
Con el poquito aliento que le quedaba,
aún podía susurrar pidiendo ayuda.
Al transcurrir la madrugada y llegar la mañana
un campesino dio parte de este hecho a la policía
y André pudo regresar a casa.
Las ganancias en cada viaje eran buenas, dinero no faltaba.
Con lo último que había vivido
entendió que la próxima vez ya no podría contarlo.
Ahora él lo recordaba como algo dramático,
lleno de sangre y violencia,
pero hacía que su vida sea más interesante
y mientras hacía el aseo en su nuevo trabajo
intentaba atrapar a su oyente con lo que contaba.
Creo que aún sigo con vida porque tenía que conocerla
a usted señorita y poder decirle que yo…
Era un adicto al peligro, pero mi familia
y mi madre reclamaban un hijo
con quien seguir construyendo una vida.
Por eso mismo, aunque la deuda que tuve que pagar
por ese robo me costó años,
hoy recuerdo con cariño a esta experiencia.
Yo entendí que la vida son instantes
y siempre se debe dar amor,
decir que uno le quiere a la persona amada
y nunca dejar de ser buena persona.
Eso de algún modo nos hace infinitos.
Hay vidas que se evaporan, pero nuestras acciones se quedan.
El universo es sabio y a su tiempo todo lo acomoda.
Por eso mi niña no espere que sea demasiado tarde
para ir por sus sueños y por el amor,
dijo André a la muchacha que lo acompañaba.