Lluvia en agosto... Una lanuda sorpresa...

Vi la luz lejana muy lejana, nunca te vi a tí, 
mi oscuridad opacaba tu brillar.

Presente en millones de palabras en cientos de formas, 
armonía y filantropía emanabas.

Mis sentimientos se trasladaban en tu ser, 
en tu luz, mi oscuridad se marchitaba con tu magia.

¿Cómo podía vencerte? 
caí ligera como pluma en tus manos y ambos empezamos a amarnos.

Tu cuidabas mis noches y madrugadas, yo adoraba tus alabanzas, 
dulce y cálida miel de esperanzas.

Tú mirada de nieve aquella que aún tocaré, 
tus ojos mi mar verde por el cual navegare, 
tus labios de cumbre escarlata que encendían las llamas de mi perdición.

Llueve el cielo postrado en mi corazón, en tus ojos mi razón.